Mi físico rompía los esquemas de normalidad. No podía encontrar a alguien parecido a mi. Mi cabello se convertía en lo más característico de mi persona. Mi sonrisa era mi arma para romper cualquier barrera. Me observaban, me sonreían y al siguiente instante me invitaban a tomar ideas, incrustar palabras y amenizar su vida.
No me sentía invadida, era yo quien irrumpía en ese contexto social. Era, no se que era pero era algo que no soy aquí. Desde mi nombre comenzaban las preguntas, con mi nacionalidad se desprendían historias y con mis palabras se abrían oídos atentos a escuchar lo que el ser extraño profesaba en tierra ajena.
Y así la historia se fue construyendo hasta llegar a ese Markplatz, ese lugar fue determinante. Mi libertad dejaba las utopías para gritarme: aquí estoy , víveme. Y así fue, así fue esa historia cuando fui libre....
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