Me he cansado, hoy me atreví a meditar en mi vida con alguien más y me deje llevar por la curiosidad de pensar en si hubiera dado tres pasos más. El reloj me detuvo en aquella ocasión, no quería llegar tarde a la siguiente parada y sólo así logre evitar más preguntas de colores, figuras y perspectivas artísticas. Escape y me protegí, creí en lo eterno de aquello que contenía ya mi vida. Hoy todo se esfuma y vuelvo a pensar en ese instante, si algunas variables no hubieran afectado mi comportamiento el resultado podría ser distinto. No lo creo, me siento bien en mi -carpe diem- quiero caminar mi vida conmigo.
Ayer lancé un deseo, la Luna se cotizaba y mostraba esa grandeza que sólo el Sol le puede dar. Cuando la veo, no pienso en su motivo, en la procedencia de su brillo o en su vulnerabilidad en un eclipse, sólo la deseo como esa totalidad de magia que tiene la capacidad de envolver mi mirada paralizando mi mente. Digo que manejo, pero su luz es a quién sigo.
Mis palabras vuelven a ser interrumpidas, vuelve a llamar, despide en sus labios un " Dónde te veo?". Hace unos instantes ella me había repetido, " He llegado a un limite al cuál no había llegado antes y no creo salir de él. Ya no puedo hacer nada por ti." Me escucho llover, liberé mis sentimientos y no hubo, precisamente como ella lo anunció, no hizo nada por mi, no hubo respuesta.
El proceso va llegando a su fin, me despido de ella internamente, voy liberando mi mente, mis sentimientos y todo lo que llego a pertenecerle hasta el día de hoy. Voy a volver a pensar en la Luna, inalcanzable, la característica que la vuelve perfecta, nunca podré darme cuenta de su vacío.
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