viernes, 17 de diciembre de 2010

De madrugada los colores renacen, ahí logro lo mismo, encuentro un instante para buscar en mi alguna novedad. En sus ojos el resultado se fortalece, en su silencio e indiferencia el vacío me sabe distinto. Somos dos engañando a la vida. Al día siguiente se disfraza de normalidad el anhelo de continuar, volvemos a pretender entender la razón sin saber el funcionamiento. La esperanza la pierdo y sin ella un día aprenderé a caminar.




En silencio permaneció y así el final se volvió más real. He dejado de respirar, en su mundo no me queda nada por hacer, es momento de partir. Desde el momento de llegada la huida constantemente en la mente estaba, no había indicadores claros de buen clima o playas eternas además de placeres y sueños únicos. Todo fue quedando en ruinas, mientras más descubría más tristeza había, sus flores estaban marchitas. La vida se fue acabando y detrás sólo quedaron sus ojos como un mal recuerdo y su boca callada.

Comienzo mi nuevo viaje, el tiempo ha sido perdido pero nunca significa totalidad, vuelve el aire a quererme levantar. La soledad me acompañará y será la única aparentemente con quién procrear, no hay debilidad atractiva.