domingo, 13 de julio de 2008

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Tus lágrimas se confunden con la lluvia,
de lejos te observo y guardo las ancias de abrazarte.
Sientes mi mirada y mi cuerpo, volteas y regresas,
te apenas y comienzas a soltar la tormenta de tu cielo interior.

Mi mano se posa sobre tu hombro recorre tu espalda,
tus lágrimas van llenando el río que cobija nuestos pies.
Mis palabras, sólo son eso, pero intento convertirlas en la manta
que te protegerá del frío.

Tu juventud se proyecta en las preguntas de tu cerebro inquieto
tus ojos se nublan aún más y tus manos proyectan el coraje de no entender al mundo ni tu existencia.

Te abrazo, e acerco a mi y detengo tus pensamientos oscuros para darte la luz necesaria
y la vacuna exacta para protegerte d ela peste de la ignorancia, dolor y pánico en este universo de dualidad sentimental.

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